domingo, 22 de febrero de 2009

Que es el Fracaso?



EL FRACASO ES UN MAR DE POSIBILADES

« Fracaso no significa que estemos derrotados
Significa que hemos perdido solo una batalla
« No significa que no hemos logrado nada
Significa que hemos aprendido algo

« No significa que hemos logrado el descrédito

Significa que estuvimos dispuestos a ensayar

« No significa falta de capacidad
Significa que debemos hacer las cosas de una manera diferente

« No significa que somos inferiores
Significa que no somos perfectos
« No significa que hemos perdido nuestra vida
Significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo


« No significa que debemos echarnos para atrás

Significa que debemos luchar con mayor ahínco

« No significa que jamás lograremos nuestras metas

Significa que tardaremos un poco más en alcanzarlas


« No significa que Dios nos ha abandonado

Significa que Dios tiene una mejor idea.
Del Fracaso a la grandeza
1. Hay tanto para aprender del fracaso...Si sólo nos diéramos la oportunidad
El fracaso tiene diferentes efectos de acuerdo con las distintas personalidades.
Para algunos el fracaso es algo que debe ser soportado. Estas personas consideran que solo soportándolo, estarán preparados para los posteriores desafíos de la vida.

Para otros, el fracaso es el final. Los cierra, y los deja menos capaces, con menor auto-confianza, con menores recursos para manejarse en la vida y mucho menos, para afrontar las adversidades o para re-iniciarse en algún asunto sea éste del plano laboral, amoroso, de estudios, etc.

No obstante, a diferencia de lo que se cree, el más grande beneficio que el fracaso puede aportar no es el de templar un espíritu o construir un temperamento. Ni siquiera esto es válido para un proceso de aprendizaje. El fracaso puede constituirse en la parte única, la mágica y la más poderosa en la vida de alguien. El fracaso contiene las semillas del éxito decía una voz sabia. Esto ocurre cuando permitimos que la parte sustancial del fracaso se convierta en bendición, en bisagra que abre esa puerta inadvertida. El fracaso contiene información valiosa. Adecuadamente utilizados, los registros derivados del fracaso tienen el poder de definir el cierre y final de un suceso de larga data. Visto desde esta óptica, no es de extrañar el que el fracaso resulte en muchas historias de lucha y experimentación, ese elemento esencial que trajo frutos no previstos y sorpresas gratas jamás imaginadas. Recorra la historia de cualquier área de interés humano: comprobará que ese monstruo tan temido llamado "fracaso" terminó muchas veces constituyéndose en el mejor aliado de un éxito no contemplado con anterioridad.

Cuando fallamos en algo, nos sentimos tristes, quebrados, desesperanzados. Lo que requiere coraje, trabajo, determinación, vigor resulta para mucha gente motivo suficiente para evitar. De lo contrario, debe ser sostenido estoicamente. Aparece el orgullo, el encubrimiento que no siempre conducen a puertos deseados.
2. La justificación, el autorreproche
Ante el fracaso, suele surgir la necesidad de pedir disculpas, de justificar y junto con ello, la necesidad de encontrar cuanto antes maneras efectivas para salir de él

No caben dudas de que la experiencia de fracaso es desmoralizante, incómoda y algo que nadie quiere tener. Pero tampoco caben dudas de que en cierta forma y visto desde una determinada manera, trae dolores valiosos y beneficios indiscutibles. Ante experiencias de fracaso, por lo general surge una pausa, uno se inclina a la reflexión porque se hace necesario revisar lo que de ninguna manera conviene repetir. El fracaso bien aprovechado conduce a hacer ajustes con vistas a mejorar. Cuando surge esa idea orientada a la mejora, nos encontramos nuevamente energizados y esperanzados. Pero lamentablemente esto no siempre ocurre.
Muchas personas se quedan con la parte negativa de la experiencia de fracaso cuando deberían quedarse con la enseñanza que todo fracaso trae. El problema con el fracaso es etiquetarlo de un modo negativo cuando en realidad está trayendo importantes observaciones, lecciones que vale la pena aprender. En este sentido puede afirmarse que el "fracasado" es alguien que se ha mostrado reticente o perezoso a la hora de aprender. Se ha comportado como un niño consentido y obcecado que pretende que las cosas de este mundo funcionen como él quiere y que sean como él quiere. Pero la verdad es que las cosas de este mundo funcionan como funcionan, y son como son.

El fracaso es un maestro duro, severo, riguroso. De esto no quedan dudas. Pero me gustaría contagiar la idea de que el fracaso es un maestro hecho y derecho. Un maestro inflexible, puntilloso que se propone enseñarnos cosas valiosas para nuestro bien. Nos impone desafíos y pruebas a veces durísimas que pasar para las que no siempre estamos preparados. Pero si algo descubrimos con él es nuestra increíble velocidad para aprender. Y aprendemos mucho, muy rápido aunque a veces debemos presentarnos a rendir el mismo examen una y otra vez. Es que hay lecciones que nos cuesta aprender. Hay cosas que no queremos ver y entonces cuando hacemos trampa, cuando hacemos la vista gorda o sin nos convertimos en sabelotodos, la vida no nos permite engañarnos. Rápidamente nos envía al fracaso para que aprendamos de una buena vez y lo mejor que nos puede pasar en estos casos es humildemente aceptar la consigna de revisar, estudiar para aprobar y continuar.

Ante estas duras observaciones de la vida, ante estos aplazos rotundos, muchas personas tienden a quedarse con la desmoralización, con la negatividad de la experiencias y continúan cuesta abajo por lo general cometiendo los mismos errores o abandonando la carrera. En lugar de aceptar humildemente la indicación de estudiar, adoptan una actitud ácida y se vencen, equivocando sus pasos y demorando o aplazando sus objetivos.

También ocurre que se toma distancia del perpetrador: se evitan esos estudios, esos emprendimientos, personas, lugares que activen el recuerdo doloroso del fracaso. Esta actitud desde luego impide recomponer, eliminar, rediseñar lo que sea necesario rediseñar para salirse del error y para obtener percepciones más acertadas que conduzcan a acciones más acertadas.
¿Qué es el fracaso en la vida de alguien?
El fracaso es un episodio en la vida.
Es una marca con un significado. Un episodio que puede dejar una carga emocional negativa, auto-destructiva y desmoralizante de alto calibre y duración. Pero, con un poco de astucia y con clara conciencia de que la experiencia en si misma y las sensaciones son el resultado directo de energías actuantes, el fracaso se convierte sin dudas en una experiencia única y expansiva, perfectamente apta para la mente imaginativa y audaz, esa que concluye en que nunca verá la luz del día si no fuese por el fracaso. El fracaso puede ser la antesala de la grandeza.

Excluyendo las situaciones catastróficas de pérdidas o guerras, ante el fracaso, es frecuente observar que las personas protestan, se lamentan, se sienten víctimas o incapaces y solo esperan que las cosas cambien. Esto es un deseo reduccionista, simplista y para colmo, inútil. Inútil porque la persona afrontando un fracaso debe darse cuenta de que ha hecho algo de importancia para recibirlo. No necesariamente algo malo.

Para fracasar alguien tuvo que haber iniciado algo: una dieta adelgazante, una amistad; puede que haya tenido una relación amorosa y haya entregado su corazón. Es posible que haya trabajado, estudiado o entrenado durante un largo tiempo. Es posible que haya tomado una decisión equivocada, que haya decidido no realizar alguna actividad que le hubiera convenido realizar. Es posible que haya invertido su dinero, etc. etc. Una acción anterior al fracaso tuvo que haber habido. Si ha conocido el fracaso significa que se ha embarcado en alguna acción, ha tomado medidas y decisiones acerca de cosas para hacer y cosas para no hacer, y se encuentra ahora en condiciones óptimas de "afinación y cambio". Esa persona en el momento justo para hacer ese clic, ese destrabe indispensable y cambio para crecer por fin, se niega a hacerlo, se repliega o renuncia. Allí está el fracaso. Es esta actitud la que hay que lamentar y no el "fracaso" anterior que plantea una lección y obliga a una actitud positivista.

Se hace claro que de poco sirven la resistencia, la renuncia, la protesta, la resignación.
Esto supone una ilusión de cambio exterior y la verdad es que ante el fracaso no podemos pretender que el mundo cambie; solo podemos cambiar nosotros. El fracaso es nuestro, es para nosotros. Nos llega a todos alguna vez en la vida. Y cuando lo hace, tenemos que aprovecharlo. Sacarle el jugo que solo podemos sacarle nosotros. Porque es para nosotros. Nuestro fracaso contiene todo lo que necesitamos para nuestra evolución.
El fracaso como una oportunidad!!!!
Siempre hay algo para hacer. Basta con buscarlo. Pero algo es imprescindible y es animarse a tocarlo, entrar en contacto con la sustancia del fracaso. Quitarle la cáscara de negrura y palpar su parte nutritiva pues la tiene.
Lo que debería hacerse ante una experiencia de fracaso es aprovecharlo. Transitarlo y llegar al fondo de su esencia mediante el recurso de la pregunta. Pero una pregunta que invite a una reflexión. Y una reflexión que se oriente hacia un polo positivo y productivo, ése que queda del lado opuesto a rumiar un fracaso.

Ante el fracaso debería también ejercerse la severidad. Me refiero a la severidad para con la propia mente. No se le debe permitir a la mente iniciarse en vicios tales como la auto-indulgencia, la verbalización de la víctima. El fracaso tiene mucho para dar y para enseñar y cada persona tiene sus tiempos y conflictos y merece enterarse si acaso ya está listo y bien dispuesto a aprender de su fracaso o todavía faltan algunos para fijar la prueba y sellar la lección. Para elaborar adecuadamente reflexiones a propósito del fracaso, uno tiene que estar seguro de que está comprometido con el éxito. Es una condición. Uno podría descubrir que, tal como se espera de él, está rechazando el fracaso.... pero solo a medias. Porque todavía se identifica con él.

No todas las personas que se quejan y se lamentan de su fracaso se identifican con el éxito. Al fracaso por lo tanto hay que estudiarlo, entenderlo bien y luego rechazar la parte de su sustancia que merece ser descartada o modificada. Ninguna otra.
Si el desafío que propone el fracaso es aprender la lección, y el medio para conseguirlo es hacerse una pregunta inteligente. Qué pregunta que todavía no se animó a formularse, se haría usted ahora mismo respecto de algún fracaso del pasado?

Si esto le trae un sabor amargo en la boca, déles la bienvenida.
Quédese con la lección, con el amargor, con el dolor. Son buenos compañeros, serán sus guías confiables. Buenas guías para el mañana.

Para hacer las pases con el fracaso y con usted mismo es imperativo pensar con responsabilidad, evaluar, distinguir y que no se nuble la vista con ilusiones ni espejismos.

Hay que saber que no somos ni seremos un corcho en el mar. Que estamos permanentemente decidiendo cómo actuar. Y las decisiones las tomamos por variados motivos. A veces actuados movidos por una sed de éxito. Otras veces nos detenemos por pereza, falta de fe, falta de energía o envueltos en una energía negativa.

En Aflorarte.com desarrollamos técnicas para potenciar la acción de las energías florales, esos remedios del alma. Muchas personas recurriendo al set de Bach deciden tomar Gentian para combatir la experiencia de fracaso, para evitar la tristeza, y para olvidar la desesperanza. Recurrir a Gentian es acertado pero aspirar a generarse una amnesia a propósito de lo que se ha sentido es aspirar a una pérdida. Mi recomendación es: No aspire al olvido. Nunca deseche lo que es suyo o lo que fue dirigido a usted. Vale la pena tenerlo y retenerlo. No tema a las emociones que pueda traer. Las emociones están hechas para sentirlas decía Bach, son el termostato de su vida, la brújula que lo guiará bien. Sus consejeros espirituales, sus guías interiores le hablan a usted claro mediante emociones, sensaciones, sentimientos, síntomas. Vale la pena aprender su lenguaje. Cuando lo haga no tardará en notar que silenciarlos nunca es una medida inteligente.

La cara del fracaso puede ser su soledad de hoy, una cuenta bancaria cerrada, dormir toda la mañana porque se ha perdido el trabajo, el desengaño si acaso fue víctima de una estafa. Esta es la cara que ha de rechazarse y debe saber que se trata de una cara temporaria que puede recomponerse como se recompone el semblante caído con una buena dieta o con el descanso. Este pensamiento le abrirá las puertas a la idea de éxito futuro.

Formule preguntas inteligentes a su mente imponiéndole condiciones. Y la condición será que le traiga a su conciencia únicamente respuestas orientadas a ayudarlo a superarse.
Aspire a descubrir las pepitas de oro que aparecerán con el estudio de su fracaso y notará que las pepitas de oro llegan. Lo contrario es lo mismo; si usted concluye en que su destino es fracasar, tendrá razón. Eche un vistazo a su alrededor: verá cuántas personas "tienen razón" y se cumple lo que dicen, verá cuántos visionarios vieron sus visiones cumplidas. ¡Y todo por no preguntar!
Los paseos azarosos de la mente le cuestan caro al destino. ¿A dónde queremos ir? Pregúntele a su mente
¿A dónde podemos ir?
¿Por dónde debo seguir ahora?
Thomas Edison decía que con cada fracaso le quedaba bien claro lo que no debía repetir. Al menos se evitaba una demora futura. Aprendía mucho en el fracaso. Registraba bien cada fracaso, lo estudiaba de izquierda a derecha y de arriba abajo. Así es que un fracaso de hoy le permitía resolver errores futuros, incluso inconvenientes con los que todavía no se había topado. Si, como yo, usted tuvo muchos fracasos con su computadora, sabrá a lo que me refiero. Cada fracaso deja una marca y un aprendizaje de grandiosa utilidad para el futuro. Uno nunca sabe cómo va a volver a utilizar esa información pero lo cierto es que la experiencia resulta valiosa cuando un episodio parecido vuelve. Y nos sentimos brillantes y magníficos a la hora de resolverlo con comodidad, rapidez y eficiencia. Cuando nos referimos al fracaso como algo malo, inevitablemente tenderemos a evitarlo. El proceso solamente puede conducirnos en una dirección adoptando una postura defensiva. Es decir, optaremos evitando males en lugar de persiguiendo bondades. Elegiremos por temor y por descarte, y no por ansias, o por curiosidad.
Si nuestra actitud toma la forma defensiva en una guerra sin fin, o toma el proceso evitativo, sobreviviremos, pero raramente ganaremos.
Utilizándolo con sabiduría, todo fracaso sirve para ahorrar tiempo y energías. De modo que aprovéchelo, es un adelanto, un motivo de aprendizaje digno de agradecimiento. No lo tome como algo malo ni serio. Evite tomarlo a la tremenda porque usted querrá muchos "fracasos" en su camino al éxito donde hay mucho de ensayo y error y también, de flexibilidad personal. Disfrute en el camino cualquiera sea este camino.

Evalúe la historia con objetividad, libérese de la cuadriculada manera de pensar que generalmente acompaña a la experiencia de fracaso. Encontrará en el fracaso una experiencia que siempre sirve. Encontrará incluso fracasos con los que divertirse. El fracaso es un privilegio formativo. Permite re-examinar la visión que dio origen a toda la historia. Podemos echar una mirada más objetiva a todas las acciones, a las intenciones, al lenguaje, a las ventajas, a los personajes involucrados en la historia. Y lo más curioso del caso es que jamás llevaríamos este análisis a un nivel tan profundo y sincero si no fuese "gracias" al fracaso.
DEL FRACASO SE APRENDE TODO, DEL EXITO NADA.
Lo importante como decia el Quijote de la mancha es ¡¡¡BUSCAR LA VERDAD DEL ERROR!!!

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