jueves, 9 de abril de 2009

EN ARMONÍA CON EL MUNDO 1



Al desarrollar nuestra dimensión espiritual, vivimos en auténtica armonía con los demás. Nuestras relaciones con la gente, el entorno que nos rodea y el mundo en que vivimos se transforman porque amamos, respetamos, y aceptamos sin deseos de juzgar, dominar, ni poseer.

Es el momento de hacerte una pregunta importante: ¿que piensas sobre las personas con quienes te relacionas?. Recuerda que lo que piensas es lo que se refleja en el mundo material. Si te fijas en lo que le falta a tu pareja, esta será tu experiencia de esa persona y definirá tu relación. Y te verás inmerso en una rutina de desagrado y de disgusto.

El lugar de procesar la conducta de otra persona a modo de juicio, puedes decir, por ejemplo: "El sigue su propio camino, y en este momento necesita reaccionar así, pero tiene otras muchas y grandes cualidades que me encantan. Voy a centrarme en ellas. Quiero que sea una relación estupenda, y, si lo es en mi pensamiento, el conjunto de mi experiencia también lo será".

UN PROPÓSITO AFECTIVO

La calidad de nuestra vida está vinculada a la calidad de nuestras relaciones. Y además estas reflejan el modo en que nos relacionamos con nosotros mismos.

Cuando pronuncias las palabras "Yo me he dicho a mi mismo", hace referencia a dos seres. "Yo", se refiere a tu yo invisible (el pensamiento). "Mi mismo" alude a tu yo físico, que tiene nombre, domicilio y número de seguridad social.

Cuando "tu" te llamas a "Ti mismo" pelmazo, tu yo invisible juzga a tu yo visible. Si tu objetivo es desarrollar tu fuerza mental, debes de intentar eliminar la dicotomía entre los dos. Si te consideras un pelmazo, así te comportarás; Si te crees fuerte, sensible, así actuarás. Cuando cultives la conciencia de tu cuerpo, de tu mente y de tu alma como una SOLA COSA y experimentes la unidad dentro de ti, estarás preparado para compartir este sentimiento de plenitud con los demás.

Cuando sientas amor por ti mismo, eso será lo que darás. Con independencia de como interactué contigo otra persona, solo podrás dar lo que tu lleves dentro.

EL AMOR NOS TRANSFORMA

En el centro de una relación con propósito está el amor. Pero amor es dar; no tiene nada que ver con recibir.

Cuando pensamos nosotros mismos, en los buenos amantes que somos, estamos apartándonos del propósito y regresando a los resultados.

Irónicamente cuando das recibes muchas más cosas de las que tu vida carecía en gran medida, recuerdas que la gente ha hecho lo que podía hacer en sus condiciones de esos momentos, y que no se puede pedir de nadie más que eso. Prodigas tu amor, dejas atrás lo que antes juzgabas y, de manera prodigiosa, tus relaciones sufren una transformación.

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