jueves, 12 de febrero de 2009
DEJEMOS IR AL PASADO
Muchas veces, nos empeñamos en no dejar ir el pasado, lo llevamos con nosotros a donde quiera que vayamos, lo tenemos impregnado en nosotros y lo dejamos salir en cualquier momento, no importa en donde estemos, tal parece que nos preocupa mucho que quienes están cerca no se olviden que somos víctimas, que nos deben compadecer, de la misma forma con que nos compadecemos a nosotros mismos.
¿Cuántas veces nos hemos visto en esa situación? ¿Cuántas veces tratamos de evitar al amigo o familiar que se queja una y otra vez, que se pasa la mitad de su vida lamentándose y sufriendo por lo que ya no es? Y lo que es peor, dejamos de verlo por mucho tiempo y después de muchos días, semanas, meses y hasta años y cuando nos encontramos de nuevo nos cuenta la ‘triste historia’ de otra vez, como si no fuera suficiente las veces que te la ha contado, aparte de lo que has visto.
¿Y qué pasa cuando somos nosotros somos los que no podemos superar ese dolor?
Aprovechamos cualquier momento u ocasión, para sin ninguna consideración hablar con nuestro amigo y confidente acerca del mismo tema de dolor, sufrimiento y llanto y seguimos hablando del ingrato que se fue y de lo mucho que sufrimos, te has preguntado cuantas veces tu amigo ha sentido el deseo de decirte ¡BASTA YA!.
Muchas veces sin darnos cuenta somos nosotros quienes estamos alimentado el sufrimiento y prolongando el dolor, no podemos negar que un rompimiento especialmente si es después de muchos años, nos provoca una tristeza profunda y podemos caer en depresión.
Es muy cierto también que el proceso de superación, cualquiera que sea la causa, a unos nos lleva más tiempo que a otros, sabemos también que mientras a unas personas el dolor se nos hace añejo, otras lo están empezando a padecer.
Sabemos que a los muertos los debemos dejar que descansen en paz, ¿no debíamos acaso, enterrar el cadáver de un amor que ya murió?, ¿ese ciclo de laboral o de amistad que se terminó?, Hagamos de nuestra vida una celebración diaria, que cada día nos despierte con entusiasmo y positivismo, con la fe que hoy será mejor que ayer y mañana será mejor que hoy.
Los momentos primeros de dolor son los mas difíciles, pero hablar con llanto de la persona que se nos adelantó en el viaje sin retorno, de la amistad que se perdió, del trabajo que ya no tenemos, no volverá nunca más aunque nos hundamos en el dolor y los lloremos por lo que nos queda de vida, hablemos de lo hermoso de haberlos tenido, aun por un corto tiempo, sigue el proceso de duelo, de superación, lloremos lo que tengamos que llorar, pero tratemos de secar nuestras lágrimas, contemplemos el resplandor del nuevo día que nace, cambiemos la mueca de dolor por una sonrisa y tratemos de hacer felices a quienes nos aman y amamos.
¿Cambiamos el tema de pesimismo por el de optimismo y amor?
aut.-Amanecer Cautiva del Amor
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