domingo, 25 de enero de 2009
LOS ÁNGELES EN NUESTRAS VIDAS
A veces, cuando sentimos que la vida ya no tiene sentido y comenzamos a llorar, les es permitido a los ángeles tocarnos las mejillas para consolarnos. Son en realidad sus manos acariciándonos lo que sentimos en el rostro al llorar y no el roce de simple agua salada deslizándose sobre la piel.
Cuando sientes una suave brisa y un dulce olor que te es familiar, pero que nunca has podido definir de dónde proviene o de qué o de quién es, sonríe, algo has de haber hecho bien, porque tu ángel acaba de darte un beso en la nariz.
Es muy triste que los ángeles tengan que sentir nuestro sufrimiento mucho más profundamente que nosotros, porque también sienten su fracaso por no habernos protegido de él. Claro que esto no importaría si también sintieran nuestra alegría doblemente, pero esto es muy difícil, y es que nunca les agradecemos el que nos hayan cuidado. Me imagino que siempre debemos agradecer lo bueno que nos pasa para que ellos nos ayuden a aprender de todo lo malo. .
Tal vez las premoniciones suceden cuando, por descuido, te das un tope en la cabeza con tu ángel y por un instante su cerebro cruza el tuyo. La inspiración, sin embargo, es más complicado que aparezca, ya que nunca se ha dado por un descuido, sino todo lo contrario: debes esperar pacientemente y continuar trabajando en algo que sea tan interesante, como para que tu ángel se acerque y vea sobre tu hombro, y en ese momento, en un descuido, puedas ver directamente siquiera un segundo hacia sus bellos ojos.
Imagina lo importante que es una vida humana para dios, si envió seres tan bellos como los ángeles a cuidar de nosotros. Pero ¿por qué la necesidad de tener un mundo material y otro etéreo? ¿Por qué dedicar un alma a cuidar a otra? ¿Por qué existen almas perfectas y otras imperfectas? ¿Algún día llegarán las almas humanas a convertirse en ángeles? ¿Por qué tanto esfuerzo? ¿Tanto valemos la pena?
¿Y si las almas son en realidad ángeles que están atrapados dentro de nuestros cuerpos? Creo que entonces deberíamos guiarlos y ayudarles a ser mejores cada día, indicarles qué puede resultar bueno y qué puede resultar malo. Ese sería nuestro deber porque se trata de almas infinitamente inocentes. ¿Lo viste? Ahora te has convertido en un "humano de la guarda".
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