Imaginen que toman del espacio un pincel mágico, pero que no sea pequeño, que sea largo, que uno lo tenga que tomar con la punta de los dedos, sutilmente.
Con este mismo pincel, vamos a buscar la fuente de energía y vamos a mojar el pincel en esa fuente de energía.
Y en esa fuente de energía luego vamos a empezar a pintarnos; nos vamos a ir pintando de tal modo que podamos desalojar las larvas psíquicas, espirituales, las angustias, los miedos, los temores de diferente índole, los estados obsesivos, los estados que tienen que ver con la parte psicofísica; que de lo psíquico actúa sobre lo físico,
Entonces en la medida en que nos vayamos pintando con la brillantez de la energía pura de las estrellas, si tenemos la sensibilidad para contactarnos mentalmente con la estrella, y pintarnos debidamente, vamos a observar que toda nuestra energía comienza a mejorar, comienza a transformarse, comienza a potenciarse nuestro campo astral, comienza a potenciarse nuestro campo vibracional.
Hay que hacer el gesto, el símbolo, de mover los brazos, tomar el pincel.
Hagamos en el acto mental el símbolo, el movimiento, para que se logre mejor este objetivo.
Entonces con los ojos cerrados, el cuerpo flojo, tratamos de destrabar la columna vertebral,
Movemos los hombros hacia atrás y hacia delante, destrabamos la columna
Esta energía que viene desde el sacro por la columna hasta la nuca
Esa energía nos recorre todo el cuerpo.
Tratamos que se destrabe totalmente la columna.
Esa energía, es luz como fuerza, como potencia, como liberación, como algo que se va destrabando.
También se libera con este movimiento el plexo solar (ombligo), que es un centro de angustia, un centro de estrés, el estómago.
Entonces al movemos los hombros, destrabamos la columna, circula la energía
Al bostezar nos estamos liberando, aflojando, dándonos permiso para que este cuerpo se libere, sacando de este cuerpo las larvas, las vibraciones bajas, que perturban, que molestan, que generan ese bloqueo. Así nos vamos destrabando,
Los arroyos recorren las rías de la tierra, como fluido vital a través de las arterias, que se manifiestan en el hombre y mujer, en el ser humano y las rías de la naturaleza recorren nuestro cuerpo.
Un arroyo de vida recorre nuestras arterias, un arroyo de aguas azules, limpias, transparentes van recorriendo la tierra de nuestro cuerpo físico.
Los pájaros y el misterio de la creación se hacen vida en nosotros, dentro de nosotros. Somos la tierra viva.
Interiormente comienza a manifestarse el amor al creador, el amor a lo creado en nosotros mismos.
Y estamos en la naturaleza viva, extendemos nuestros brazos, nuestras manos hacia lo alto en busca del mágico pincel que nos permitirá liberarnos, energizarnos.
Tenemos el pincel, lo mojamos con la estrella más brillante que vemos en el universo, lo mojamos bien;
tiene que brillar bien, con la punta del pincel nos mojamos la cabeza, nuevamente mojamos y pintamos, mojamos y pintamos.
Luz que va pintando de purísima blancura, de brillantez absoluta, nuestra cabeza nuestro rostro vamos pintando de nuevo, nuestro cuerpo aúrico, y así lo vamos haciendo con todo nuestro cuerpo, lo vamos pintando todo, todo nuestro cuerpo aúrico; mojamos brillante blancura, esa luz purísima como una dulce energía, purísima energía, lluvia de amor de vida liberada, lluvia de amor, de paz.
El ser que se va renovando. Nos estamos liberando de todas las larvas, de todos los bloqueos, de todas las obsesiones, nos pintamos; tratamos de mojar bien el pincel con esa estrella, no tiene que quedar una pizca de sombra en nuestro cuerpo aúrico.
Tiene que estar realmente bien, bien pintado con colores brillantes, lumínicos.
Nos damos permiso para sentir, para gozar esta limpieza que estamos generándonos, esta caricia que le estamos dando por fin a nuestra alma.
Este agradecimiento a Dios por habernos creado y nosotros como co-creadores nos pintamos.
Estamos purificando de nuevo nuestra psiquis, nuestra alma, nuestro campo álmico.
Una sensación de profundo bienestar, como un profundo nacer, un profundo vivir y comienza a manifestarse, tú eres yo soy, tú eres yo soy, esa identidad interior esa chispa de Dios que habita en cada uno de nosotros, en la medida en que contactemos la brillantez de las estrellas con nuestro campo aúrico.
Nuestro yo interior, con nuestro yo aúrico formando una gran luminosidad donde dices tu eres, yo soy, yo soy.
Una integración absoluta con todo lo creado con toda la creación, con la conciencia de vida. Almas vivientes yo soy, yo soy.
Nuestro yo soy interior se empatiza con nuestro yo soy aúrico y somos una gran brillantez lumínica, blanca, purísima, radiante todo nuestro cuerpo interior y exterior chispa de Dios, cuerpo aúrico yo soy, yo soy.
Comenzamos a contactarnos con esa identidad primogénita que hay en nosotros como seres nuevos de ser posibles, de ser creíbles, nacer creadores realizados yo soy, yo soy.
Dejamos caer los brazos al costado del cuerpo, el pincel queda suspendido en el espacio, esperando el momento en que posibilitemos contactarnos con él de nuevo.
Extendemos nuestra mano, con los ojos cerrados como si buscásemos en medio del espacio, del azul cielo otra estrella brillante, y al tomar al otro ser, al buscarlo y al contactarlo nos contactamos con otra estrella brillante, con otro Yo Soy como si fuésemos de pronto estrella en medio de la galaxia, el yo soy de cada uno en su cuerpo aúrico genera un esplendor en el cielo.
Comenzamos a tomar conciencia de que es vida, vida, esencialmente vida, Yo Soy, Yo Estoy, Yo Habito; naciendo, con ese agradecimiento al supremo hacedor, que nos permite este momento, dejamos caer los brazos al costado del cuerpo, respiramos profunda, profundamente y exhalamos, una gota de miel cósmica se deposita en nuestra boca, la saboreamos, nos nutre, nos vivifica, respiramos profunda profundamente, exhalamos y suave lentamente abrimos los ojos .
sábado, 27 de diciembre de 2008
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